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Viajar te abre la mente, te regala historias y, con suerte, te devuelve a casa con algo más que recuerdos. Sin embargo, entre aeropuertos, carreteras secundarias y experimentos gastronómicos, la posibilidad de un percance siempre está al acecho. Quince años de rutas me han enseñado que el seguro de viaje no es un capricho; es tan esencial como el pasaporte. Aun así, cada temporada me topo con viajeros que renuncian a él porque “encarece el presupuesto”. Nada más lejos de la realidad: existen pólizas asequibles, sólidas y –gracias al descuento Heymondo 10– todavía más baratas. En las siguientes líneas encontrarás todo lo necesario para contratar un buen seguro, exprimir el cupón y evitar facturas médicas que arruinen tus vacaciones. En mis primeros viajes a Asia yo tampoco veía claro pagar por algo que quizá jamás usaría. Luego llegó Bangkok: una intoxicación alimentaria, doce horas enganchado a un suero y seiscientos cuarenta euros que salieron de mi tarjeta. Pagué más por aquella cama hospitalaria que por los vuelos de ida y vuelta. Si hubiera invertido treinta y cinco euros en una póliza, el hospital habría quedado cubierto y mi cuenta corriente intacta. Esa experiencia cambió mi perspectiva para siempre.
Un seguro no es un gasto; es un salvavidas financiero. El truco consiste en elegir la cobertura mínima necesaria, sin pagar extras innecesarios, y aplicarle un descuento fiable. Aquí entra en juego el cupón del diez por ciento ofrecido por HeyMondo a través de partners como mi blog.